sábado, 11 de mayo de 2013

¿Sueñan los hombres con corazones eléctricos?





En las historias de superhéroes los protagonistas dan empuje a la trama a medida que los vemos hacer de las suyas con sus superpoderes y envueltos en sus trajes, raras veces se logra que la identidad secreta sea más interesante que el alter ego. Este es  el caso de Iron Man 3, la columna vertebral de la historia es Tony Stark. Cuando está con su armadura electro mecánica tiene poca importancia, de hecho, detrás del traje está Jared, la inteligencia artificial que juega al sidekick que hace la mayor parte del trabajo pesado mientras Tony hace las cosas divertidas como vencer al mal o jugar al detective.

                Más allá de la sólida interpretación de Robert Downey Jr. está el personaje bien construido de Stark, me atrevo a decir que es un arquetipo del siglo XXI, replicado ya en la TV en series como DaVinci´s demons y supuestamente inspirado en personas ¿reales? como Steve Jobs o  Elon Musk. Él es un genio alfa que está más allá de la búsqueda del éxito material, Stark es un personaje de ego desbordado que quiere una gloria que está ligada a su talento como inventor e ingeniero. Poco le importa que el Mandarín sea una amenaza para su país, se lo echa de enemigo sólo después que un amigo cae víctima de éste y le pone el reto de descubrir cómo es que lleva a cabo sus atentados sin dejar rastros de un artefacto explosivo.

El mundo apenas es un lienzo para que Tony dibuje en él. Semejante al Dr. Manhattan de Watchmen, Stark, distraído en sus labores crea un dispositivo que le permite controlar sus trajes a distancia y con eso entretener a Pepper mientras él sigue obsesionado, construyendo y mejorando nuevos exoesqueletos para Iron Man.

                Para mí la entrada se pagó con la imagen del robot metálico y vacío que engaña fácilmente a su esposa hasta que ésta quiere estar con lo que está debajo de la armadura, que desea la carne y sustancia que debería latir debajo del traje brillante y entonces no encuentra nada, ¿cuántas mujeres no se dejan deslumbrar por esas armaduras? ¿Cuántas no se engañaron así mismas con nuestro Iron Man criollo de victorias pírricas (y que va camino a ser una caricatura como la del Mandarín)? La verdad es que el marido de Pepper está más interesado en seguir construyendo artefactos que en ella.

Stark es una hipérbole de las obsesiones masculinas, ¿no es acaso esa manía semejante a la de los profesionales, empresarios, atletas, artistas, escritores? ¿No busca todo hombre dejar su huella a través del ejercicio de sus talentos? Incluso el Buda y Jesús usaron sus destrezas hasta sus últimas consecuencias, aunque no para vanagloriarse en sus obras y jactarse de ellas, sino para despojarse, al igual que Stark, de sus armaduras vacías.

Por lo tanto no podemos extrañarnos cuando Tony se libera de su invento más preciado. Así como en la entrega anterior ese aparato casi lo mata, en esta descubre que en realidad ya no le hace falta. Que ese invento, que tuvo su utilidad momentánea, era la fuente de energía de sus miedos y sus obsesiones, del temor de pasar por la vida sin dejar huella, de que en este paseo no quede nada de nosotros, que en nuestro paso vital nunca nadie nos mire nuestro pecho brillante. Pero yo le digo a Tony, y a mí mismo, que no debemos angustiarnos, que a pesar de todas nuestras oscuridades, y como decía el maestro Tom Jobim: en el pecho de los desafinados también late un corazón.

Así mismo me quedo con la secuencia de Tony arrastrando a su armadura sin energía, una muestra de cómo a todos los hombres nos toca lidiar con nuestras maravillas que están destinadas a dejar de funcionar. Como cuando me tocó empujar mi carro accidentado en la Isabelica, o reparar el sifón goteante del fregadero, o la filtración de la cocina, o el corto circuito de las lámparas, o romper una puerta a la que se le dañó el picaporte, o detectar la fuga del tanque de agua, o reparar el herraje del WC o las llaves de la regadera.

La frase del cierre tiene una desparpajo que le faltó al último Batman: sí, Tony, tú eres Iron Man, pero sabemos que en ese momento quien habla es Robert Downey, quien quedará como el verdadero Iron Man así como Christopher Reeves es Superman. Batman puede ser cualquier otro.

Por eso, Hombre de Acero (bostezo), aunque vengas de la mano del amigo Snyder, no me esperes en el cine.


BONUS TRACK


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