INVISIBLE
Si me quedo entre estas hojas no me verán por un buen
rato. Algunos creen que la práctica de la invisibilidad es apenas un juego, yo
lo disfrazo como pasatiempo, pero en realidad no existe cosa más importante
para mí que desvanecerme. Dedico bastante de mi tiempo a esta práctica, suelo
pensar en las diversas tácticas para esfumarme en la multitud y luego lo pongo
en práctica en las jornadas de trabajo. Esto me ha permitido escapar de caminar
horas y horas bajo el sol, cargando a un pedazo del mundo en la espalda. Entre
algunas de mis técnicas tengo el caminar paralelo (marcho al lado de
algunos de mis compañeros más grandes y éstos me aplastan con el peso de su
sombra), esto me permite pasar cerca del capataz sin ser advertido. Otro de mis
métodos de invisibilidad son las exploraciones: suelo intricarme en la
vegetación para buscar fuentes de nuevos recursos y mejores áreas de trabajo.
Así camino un rato entre la vegetación y luego me echo entre las hojas. Al
final de la jornada tomo algunas hojas secas de la zona y se las presento al
capataz, el cual se las lleva a sus superiores para notificarles de las áreas
no aptas para la explotación (esas son áreas sólo dignas de mi descanso).
Gracias a las exploraciones descubrí mi otra vocación: la búsqueda de
nuevos parajes, en estos paseos me he tropezado con toda clase de plantas
extrañas y seres impensables.
Hace poco descubrí que todos
nos volvemos invisibles cuando marchamos con nuestra sonrisa postiza y nos
diluimos en esta fila que se pierde entre los vértices del mundo.
Mientras ellos se hacen mejores con
el trabajo diario yo prefiero seguir convirtiéndome en un paria, en un inútil,
en un invisible. Pronto huiré de esta colonia de trabajadores autómatas y podré
explorar los confines del jardín, buscaré nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones,
viajando audazmente a donde ninguna hormiga ha llegado antes.
Javier Domínguez
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