Curso de
literatura europea. Vladimir Nabokov.
Estos son los
apuntes que utilizó Nabokov para sus clases en la universidad de Wellesley y
Cornell, en ellos analiza las obras de autores como Jane Austen (de quien Nabokov
se siente complacido en leer aunque es
una mujer).
En la
introducción a esta compilación de apuntes, Nabokov señala que el mejor lector
no es aquel que ha leído todos los clásicos o los contemporáneos, sino aquel
que puede revisitar los libros y extraer de éste nuevos enfoques y puntos de
vista. Descubrir pliegues secretos que antes habían pasado desapercibidos,
percibir el aroma de una época por las descripciones de hechos y costumbres
aparentemente inocuos. Es decir, el verdadero lector se diferencia por la
calidad de sus lecturas.
Me agradó mucho
el análisis que hizo de Stevenson y del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (el único autor
del tipo popular que le pareció interesante a Nabokov) y como cruza las
personalidades de ambos individuos a través de unos dibujos con círculos (o
diagramas de Venn según la teoría de conjuntos). En unos había figuras
geométricas coherentes y otro con dibujos caóticos, los cruzaba y parecía que
obtenía nuevas figuras eclécticas, pero al mismo tiempo con un cierto balance
interno. Me pareció una manera ingeniosa de mostrar la personalidad como un
medio continuo en el que se entrecruzan las partículas de lo racional con lo
irracional.
También está el
análisis que hace del Ulises de Joyce nombrando pequeños detalles de época con
los que se encuentra Leopoldo Bloom a lo largo del día. Como ya había dicho en
otro post, Vila-Matas usaría la misma estructura de los apuntes de Nabokov para
armar su novela Dublinesca, de tal forma que el desglose del profesor Nabokov
pudiese ser válido para mirar la novela de la vida personal, y así detectar en
una relectura el propio encanto de nuestras vidas.
El libro cierra
con una especie de reclamo al sentido común, entendiéndose éste, como la lógica
de las masas y al final una especie de fascismo por convención a la que debemos
someternos todos para no ser apartados de la sociedad. Nabokov
nos invita a disfrutar de nuestras pequeñas irracionalidades, de nuestros momentos
de inadaptabilidad con el mundo, de deleitarnos mirando un error ortográfico en
una valla lejana mientras caemos del techo de la casa, del hombre que entra en
una casa en llamas a salvar un niño pero al mismo tiempo dedica varios segundos
para rescatar también su juguete favorito.
Ahora ¿por qué
atesorar los momentos que rechinan contra la realidad? ¿No es esto de ir contra
el sentido común una locura? Lo es cuando nos quedamos atascados en la
irracionalidad, cuando no son conjugados con un fin específico por la
personalidad artística, que es enriquecida por la mirada de la otredad, de lo
extraño.
Un libro que puede disfrutarse en trozos y sin
ningún orden particular, un pequeño tesoro para los que carecemos de una
formación literaria.
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